La comida y la piel del cuerpo como extensión de la madre tierra, que lo produce todo, ha sido el hilo conductor durante todo el proceso creativo.
Intentar representar con un foto lo que se come en todo un continente no es una tarea posible, ni tampoco esa fue nuestra intención. Sería una injusticia con la realidad culinaria, gastronómica y nutricional de aquel lugar. Por esta razón hemos creído oportuno utilizar en algunos casos solo productos e ingredientes que representan una comida determinada.
Un ejemplo puede ser el continente antártico, utilizando el bogavante con el que allí se elaboran un variado número de recetas. Se integra fácilmente en el paisaje de una forma natural, concreta, austera, extrema y viva, sustancialmente viva, al no ser despojado de su vestimenta original en forma de caparazón. Los colores azul, blanco y rojo se fusionan en un núcleo central del territorio, el hombre y el alimento.
En el continente sudamericano sucede algo similar con el café y la haba de cacao u “oro negro”, las frutas tropicales, el color canela de la piel y la sensualidad cálida de los sabores y aromas que identifican a una parte importante del ADN gourmand de este continente, que sabe a tierra húmeda, perfumes tropicales y alegría de vivir.
Para Europa, sin embargo, los productos que se muestran como la ostra y el caviar tienen mucho más que ver con la simbología del refinamiento como resultado de varios siglos de evolución del gusto social y popular. Todo expresado en forma esencial a través de sabores y aromas placenteros y absolutamente gourmets. Sería un despropósito querer mostrar a un o diez platos para representar la prestigiosa historia culinaria de este continente. Por esta razón hemos preferido la metáfora y no la síntesis escenificando el refinamiento.
Con Australia se ha querido representar a través de un plato dulce como es el pavlova , la fusión entre los hábitos culinarios ya existentes en el lugar con la influencia británica del dulce para tomar el té. Como también sucedió en la cultura del gusto de los pueblos de sus pueblos nativos con el uso de las carnes del territorio y el paladar foráneo de los nuevos habitantes del lugar. Incluso la representación estética de la fotografía está llena de guiños a la fusión, no solo culinaria sino también cultural y de la mesticidad en los colores y formas.
Probablemente nuestra visión más aparentemente superficial, risueña y tópica de los EE.UU. no sea tanto como lo parece. Detrás de cada imagen culinaria tratamos en todo momento de aportar una reflexión hacia la salud nutricional de nuestro cuerpo así como a la del planeta tierra para hacernos responsables de la realidad de lo que se come en el mundo que no siempre es para estar contentos con los resultados para nuestro cuerpo y espíritu.
Las realidades están ahí y todos deberíamos contribuir a que cambien. Si cambia nuestra alimentación para bien y mejor lo mismo le sucederá a nuestro planeta. Una cosa lleva a la otra, el cuerpo como la tierra, no acepta las transgresiones físicas, desigualdades sociales, egoísmo, exceso y abundancia o desequilibrio medioambiental. Hay que decir no a la obesidad porque conlleva a otras graves enfermedades.
África no ha sido fácil de interpretar culinariamente por su enorme territorialidad y diversidad gustativa nativa.
África representa la vida multicolor con gustos y sabores que parecen rústicos y arcaicos pero que son esenciales para la vida en armonía con el entorno.
Esa crudeza y vida propia dela cocina de este continente nos ha llevado a representar en la cara de una mujer el cous cous de verduras, muy habitual en la dieta cotidiana de una gran parte de ese continente, que muestra con gran sabiduría lo que hoy conocemos como una dieta saludable.
Todo esto sucede en un continente en donde el tiempo evolucionado de los hábitos alimenticios todavía no ha pasado con fuerza sobre él.
La cara más oscura no está en la piel de alguno de sus habitantes sino en la conciencia del resto del mundo que no ha sido capaz de erradicar la injusticia del hambre. La mayor vergüenza del ser humano es permitir que esto siga sucediendo sin apenas enfrentarse a una solución posible como lo sería la solidaridad.
Por último, Asia es sin lugar a dudas el continente en donde el enfoque culinario lo es todo. Se mezclan la alimentación, la nutrición y el placer de la comida con mil formas y platos diferentes. Aquí sí que es verdaderamente sencillo escoger uno del infinito número de platos tradicionales y no tener el temor de que este no represente bien a su cultura del gusto.
Toda Asia es amor al sabor y aroma de sus platos, la vida transcurre alrededor de una mesa. La técnica, la estética, los contrastes, los maridajes, el color, las texturas e incluso el ruido saben a comida.
Por ello pusimos un poco de arroz, verduras, pescado, mariscos y flores frescas como salsa.
La influencia de Asia sobre la alimentación mundial actual es asombrosa y beneficiosa para un placer sano e intenso.
LA BELLEZA, LA ALIMENTACION Y LA SALUD HUMANA SE NUTREN DE ARTE Y CIENCIA Y ENTRE LOS DOS REPRESENTAN LA PUREZA.